No hay manera. No consigo recuperar el ritmo. En otras circunstancias me importaría poco. A fin de cuentas, el curso pasado no tomé el ritmo en ningún momento... Sin embargo, este año no puedo permitirme el lujo de raspar los exámenes. Una pena, teniendo en cuenta que no soy capaz de mantener la atención en nada ahora mismo.
La Navidad de los humildes estudiantes universitarios... Se acabaron las alegres vacaciones escolares, en que llegado el primer día de fiesta se colocaban cariñosamente los libros de texto en el rincón más sombrío, mohoso y nauseabundo que se pudiese encontrar. Bajo la sombra del afilado Febrero de Damocles, las fiestas parecen efímeras; y, aun así, tediosas.
Navidad! Esas felices fiestas que rebosan paz, amor y horribles bailarines barbudos mecánicos en los escaparates. Pese a la carga de trabajo, la verdad es que tengo muchas ganas de que lleguen. Cualquier ocasión que permita dedicar algo de tiempo a esas cosas que el día a día nos obliga a relegar es bienvenida, por supuesto. Puede que tú veas algo distinto en la Navidad. Es así?
Recuerdo que hace no más de 6 años veía estas festividades como algo realmente mágico. Y es que, en realidad, permiten ver cosas que no son usuales. Padres y madres paseando con sus enjambres de niñ@s, que corren y chillan espoleados por las luces brillantes y los villancicos machacones; calles de aspecto amigable profusamente decoradas; gente que pasea mirando a los adornos -hacia arriba- en vez de fijar la vista, ceñudos, en la punta de sus zapatos... Cosas agradables, sin duda. Sigue gustándome hoy.
Por aquel entonces, el sentido que veía a aquellas fiestas era difícil de describir, al menos en parte. Por vez única a lo largo del año, me gustaba salir a la calle. Era de ensueño! Luces, olores dulces, música. En casa, comida aún mejor de lo habitual, caras sonrientes (algunas, poco conocidas) y frenéticas carreras escaleras abajo seguidas de salvajes ataques a envoltorios y cajas de regalos.
Conforme se deja atrás la maravillosa ingenuidad de la infancia, algunas cosas se van viendo de forma distinta, no crees?. Dejan de pasar inadvertidas las personas que pasean frío en bancos rodeados por deslumbrantes ornamentos, se perciben pérfidas intenciones tras las campañas comerciales en las que, aun así, participamos sin dudar, y las reuniones familiares... cuando las sigue habiendo... comienzan a parecer tensas. Además, pocos momentos son tan propicios para hacer que una persona se sienta aislada, aun rodeada de cientos de cabezas.
Sin embargo, encuentro otros atractivos que antes no veía. Hace posible tratar con las pocas personas con que todavía tengo trato, y acercarme algo más a gente a la que tengo demasiado abandonada. Puedo permitirme largas partidas de rol con mis hermanos. Cuando el tiempo libre comienza a escasear, los simples ratos para pasear, leer o simplemente perder el tiempo se vuelven algo tan valioso como escaso. Y, lo más especial y poco frecuente, puede dar ocasión a aquell@s que tenemos tan lejos a personas que amamos de disponer de suficientes días consecutivos como para verlas. Si es tu caso, sabrás a qué me refiero. Si no lo es... puedes imaginarlo?
Es curioso como unas fiestas de naturaleza religiosa en llega a convertirse en una costumbre tan sumamente laica. Sí, es cierto que para mí (que no soy creyente) no puede tener otro sentido... Pero no creo que lo tenga para demasiada gente. Las virtudes que he dicho previamente que tienen para mí estas fiestas son semejantes a las de cualquier otro periodo largo de vacaciones. Al margen de esas cosas, es de justicia reconocer que Navidad es el más materialista y menos ascético de todos los periodos festivos que se me ocurren, creo. No me malentiendas; no creo que sea malo -dentro de lo razonable y responsable- cruzar unos cuantos regalos... pero actos ascéticos, lo que se dice ascéticos, no veo muchos esos días.
Tú cómo lo ves? Realmente, si has sido capaz de leer mis tonterías hasta aquí, podrías dedicar unos minutos a poner algún comentario al respecto, no? Servirá además para demostrar que sí; que has sido capaz de soportarlo todo. Algo meritorio, sin duda.
La Navidad de los humildes estudiantes universitarios... Se acabaron las alegres vacaciones escolares, en que llegado el primer día de fiesta se colocaban cariñosamente los libros de texto en el rincón más sombrío, mohoso y nauseabundo que se pudiese encontrar. Bajo la sombra del afilado Febrero de Damocles, las fiestas parecen efímeras; y, aun así, tediosas.
Navidad! Esas felices fiestas que rebosan paz, amor y horribles bailarines barbudos mecánicos en los escaparates. Pese a la carga de trabajo, la verdad es que tengo muchas ganas de que lleguen. Cualquier ocasión que permita dedicar algo de tiempo a esas cosas que el día a día nos obliga a relegar es bienvenida, por supuesto. Puede que tú veas algo distinto en la Navidad. Es así?
Recuerdo que hace no más de 6 años veía estas festividades como algo realmente mágico. Y es que, en realidad, permiten ver cosas que no son usuales. Padres y madres paseando con sus enjambres de niñ@s, que corren y chillan espoleados por las luces brillantes y los villancicos machacones; calles de aspecto amigable profusamente decoradas; gente que pasea mirando a los adornos -hacia arriba- en vez de fijar la vista, ceñudos, en la punta de sus zapatos... Cosas agradables, sin duda. Sigue gustándome hoy.
Por aquel entonces, el sentido que veía a aquellas fiestas era difícil de describir, al menos en parte. Por vez única a lo largo del año, me gustaba salir a la calle. Era de ensueño! Luces, olores dulces, música. En casa, comida aún mejor de lo habitual, caras sonrientes (algunas, poco conocidas) y frenéticas carreras escaleras abajo seguidas de salvajes ataques a envoltorios y cajas de regalos.
Conforme se deja atrás la maravillosa ingenuidad de la infancia, algunas cosas se van viendo de forma distinta, no crees?. Dejan de pasar inadvertidas las personas que pasean frío en bancos rodeados por deslumbrantes ornamentos, se perciben pérfidas intenciones tras las campañas comerciales en las que, aun así, participamos sin dudar, y las reuniones familiares... cuando las sigue habiendo... comienzan a parecer tensas. Además, pocos momentos son tan propicios para hacer que una persona se sienta aislada, aun rodeada de cientos de cabezas.
Sin embargo, encuentro otros atractivos que antes no veía. Hace posible tratar con las pocas personas con que todavía tengo trato, y acercarme algo más a gente a la que tengo demasiado abandonada. Puedo permitirme largas partidas de rol con mis hermanos. Cuando el tiempo libre comienza a escasear, los simples ratos para pasear, leer o simplemente perder el tiempo se vuelven algo tan valioso como escaso. Y, lo más especial y poco frecuente, puede dar ocasión a aquell@s que tenemos tan lejos a personas que amamos de disponer de suficientes días consecutivos como para verlas. Si es tu caso, sabrás a qué me refiero. Si no lo es... puedes imaginarlo?
Es curioso como unas fiestas de naturaleza religiosa en llega a convertirse en una costumbre tan sumamente laica. Sí, es cierto que para mí (que no soy creyente) no puede tener otro sentido... Pero no creo que lo tenga para demasiada gente. Las virtudes que he dicho previamente que tienen para mí estas fiestas son semejantes a las de cualquier otro periodo largo de vacaciones. Al margen de esas cosas, es de justicia reconocer que Navidad es el más materialista y menos ascético de todos los periodos festivos que se me ocurren, creo. No me malentiendas; no creo que sea malo -dentro de lo razonable y responsable- cruzar unos cuantos regalos... pero actos ascéticos, lo que se dice ascéticos, no veo muchos esos días.
Tú cómo lo ves? Realmente, si has sido capaz de leer mis tonterías hasta aquí, podrías dedicar unos minutos a poner algún comentario al respecto, no? Servirá además para demostrar que sí; que has sido capaz de soportarlo todo. Algo meritorio, sin duda.
Blogger: Moreloth
1 comentario:
Ey! Q las cosas q escribimos en el blog son geniales y perfectas (siendo modesta XD), no digas q tiene mérito llegar al final.
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